La innovación es un proceso. Un proceso conversacional de personas y equipos. Un proceso que requiere ser: simple, concreto y lúdico.
- 1.Simple. Para innovar tienes que CO: conversar, colaborar, compartir, confiar, comprometerte y todo aquello que tenga CO en un sentido colectivo del trabajo.
La esencia de la innovación se sitúa en la posibilidad de establecer espacios abiertos de comunicación, en los que las personas tengan la completa libertad para identificar quiebres/oportunidades, decir que algo está mal sin temores, mostrar que algo no funciona de manera oportuna, contar sin miedo al ridículo alguna idea emergente. Situaciones todas que constituyen en sí mismas una oportunidad de innovar. Hazlo simple, con palabras simples, gestos simples, situaciones simples.
- 2.Concreto. Las ideas, y declaraciones de que hay oportunidades para hacer las cosas de manera más barata, rápida y mejor, son una parte. Sin embargo no tienen ningún valor real mientras habitan en el plano de las ideas. Lo importante es transitar oportunamente al diseño y prototipo de un set de todas ellas (a lo más tres). El desafío siempre será seducir a otros con un proyecto de valor, no con ideas. Prototipea, articula, muestra, seduce. Hazlo bien, rápido y barato.
- 3.Lúdico. La imaginación se activa en la confianza. Cuando se conversa en la confianza que todo es posible, pueden emerger ideas de alto valor para la organización, incluso desde la caída de una manzana. El juego se asocia a la creatividad y la imaginación. Los sabores, los olores, los colores y el tacto motivan las metáforas, y las metáforas son un muy buen camino para generar innovación. La innovación como proceso debe gustar, encantar, embriagar, entretener, y motivar. Hazlo con golosinas, música, videos, cartulinas de color, bebestibles, lápices, dibujando, con teatro, juegos de rol, plasticina. Hazlo informal, lúdico y despeinado.